Desde el inicio pusimos el foco en cómo trabajar, no solo en qué hacer. La sesión se apoyó en los valores que guían a este Centro Tecnológico: respeto al individuo, responsabilidad personal, comunicación directa y crítica, búsqueda de la excelencia, trabajo en equipo, flexibilidad y adaptabilidad, y creación de valor. Ese marco permitió conversaciones honestas, decisiones ágilmente consensuadas y prototipos útiles (aunque imperfectos) para avanzar sin perder tiempo.
La primera parte fue de vigilancia creativa: trabajar con señales y drivers, elegir focos y construir escenarios plausibles y retadores. Con esa base, cada equipo identificó retos y oportunidades y los convirtió en propuestas concretas, evaluadas por impacto y viabilidad. Cerramos con pitches cortos para clarificar siguiente paso, hipótesis a validar y necesidades de colaboración.
El resultado fue una cartera inicial de ideas priorizadas, un lenguaje común para hablar de futuro y —sobre todo— una energía compartida para impulsar lo que aporta valor real desde la cultura propia del Centro Tecnológico.
Gracias por la confianza y por sostener un entorno en el que estos valores no solo se nombran: se practican.


